Por Oscar Carrión, Director de Gastrouni | Siempre me he considerado un amante de la tecnología. De hecho, me atrevería a decir que ha sido el gran diferencial de mi carrera profesional. La abracé desde el principio, incluso antes de que existiera Windows tal y como lo conocemos hoy. Muy pronto comprendí que, en un mundo lleno de profesionales más altos, más guapos, con más idiomas y más másters que yo, tenía que encontrar un camino propio. Ese camino fue la tecnología. Con ella podía competir en otra liga. Y me convertí en un “early adopter”, hasta hoy.
El problema es que, aunque yo la he amado siempre, ella rara vez me ha correspondido. Los archivos desaparecían de los disquetes, los puertos USB decidían no reconocer nada, el WiFi solía caerse en el peor momento y casi nunca lograba conectar el portátil al proyector a la primera. La historia de mi vida tecnológica ha sido una mezcla de pasión y pequeñas traiciones, pero nunca he dejado de confiar en ella. Quizá porque me di cuenta pronto que cada gran salto tecnológico despierta fascinación a unos pocos y recelo a la mayoría.
Lo vi con mis propios ojos en el colegio: la primera vez que entré a clase con una calculadora, mis profesores pusieron cara de horror. Parecía que había traído de contrabando el fin de las matemáticas. Más tarde ocurrió con el paquete Office: “esto es el final de los ingenieros”, decían algunos. Y hoy, décadas después, se repite la misma historia con la inteligencia artificial. Cambian los protagonistas, pero la reacción es idéntica: confundir una herramienta poderosa con un enemigo mortal.
La diferencia es que ahora soy yo quien está al otro lado de la mesa, como profesor y como profesional del sector. Y lo que me sorprende es que la mayoría de quienes critican la IA ni siquiera se han molestado en abrir ChatGPT. Hablan del apocalipsis, pero no han escrito un solo prompt en el teclado de una IA.
En Gastrouni lo tenemos claro: no es un monstruo, es un asistente
Y además, de los buenos. Por eso la hemos integrado en todo lo que hacemos, tanto a nivel empresarial como en la formación de nuestros alumnos. La tratamos como una competencia transversal, igual de necesaria que saber liderar un equipo o manejar un presupuesto.
Porque la IA es, en el fondo, el becario soñado: responde siempre, nunca protesta, lo hace rápido y, si quieres, hasta con una sonrisa. Y lo mejor es que puede ayudarnos en casi todo: prever reservas y evitar overbookings, cruzar ventas con el clima para ajustar compras, controlar inventarios en tiempo real, optimizar plantillas, elaborar manuales y protocolos, leer reseñas, automatizar campañas de marketing, mejorar la rotación de mesas… la lista no acaba nunca.
Al liberar a los directivos y mandos intermedios de mucha carga burocrática, les damos espacio para lo verdaderamente importante: las personas. Porque al final la hostelería va de eso, de experiencias memorables, de contacto humano. Y la IA, bien usada, es la llave para que los profesionales dejen de pelearse con el Excel y puedan centrarse en mirar a los ojos a sus clientes.
Un ejemplo: en la última edición del Experto en Dirección de Sala, (la cuarta edición empieza en breve) los alumnos trabajaron con IA desde el minuto uno. El resultado fue brutal. Pudieron elaborar manuales de procedimientos, check list, asistentes de compras, inventarios, mapas de turnos e informes de RRHH que antes requerían semanas de esfuerzo y que ahora, con la ayuda de estas herramientas, alcanzaron un nivel de calidad extraordinario, y a golpe de click. No es magia ni sustitución del talento humano: es amplificación. Lo mecánico lo resuelve la máquina; lo esencial sigue siendo humano.
Da vértigo, pero…
Sé que todo esto va muy rápido. Cuando creemos que ChatGPT 5 ha llegado al límite, aparece una nueva herramienta que lo mejora. Y cuando pensamos que ya lo hemos visto todo, surge una startup que lo revoluciona todo en cuestión de semanas. Sí, da vértigo. Pero quedarse quieto es aún más peligroso. Porque la inteligencia artificial no te va a quitar el trabajo: te lo va a quitar quien sepa usarla.
Por eso mi mensaje es sencillo: no lo ignores. Súbete al carro. Aprende, experimenta, equivócate, pero no te quedes al margen. Porque el lujo de la era digital sigue siendo lo humano, y la IA no viene a reemplazarlo sino a potenciarlo. El verdadero profesional del futuro no será quien compita con la máquina, sino quien sepa trabajar con ella.
Yo amo la tecnología, aunque ella no siempre me ame a mí. Y a pesar de los archivos perdidos, los USB rebeldes y el WiFi que decide caerse en mitad de una presentación, sigo convencido: es la mejor aliada que tenemos para crecer como profesionales y para devolver a este sector lo que necesita de verdad: tiempo, atención y experiencias inolvidables.

Oscar Carrión, Director de Gastrouni
Óscar Carrión es director y responsable de programas de Gastrouni, escuela de negocios especializada en formación para el sector HORECA (máster en Dirección de Restaurantes y F&B hotelero, ediciones presenciales y online), desde donde ha impulsado la profesionalización directiva de restaurantes y áreas F&B con enfoque práctico en gestión, operaciones y liderazgo; su trayectoria fue reconocida por la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia (FEHV) con el premio “Puesta en valor del sector hostelero” (2016). Además de su labor académica y de consultoría, es ponente habitual en foros sectoriales como HIP – Horeca Professional Expo, y su recorrido formativo arranca en el ámbito del turismo y la gestión hostelera, con experiencia previa en cadenas de restauración y la gerencia gastronómica del campus de la Universidad de Alicante. Estas aportaciones —formación directiva, divulgación y conexión empresa-academia— lo han situado como una referencia en profesionalización y capacitación del talento HORECA en España.