Restaurantes efímeros ¿moda o buen negocio?

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C. Estévez | Barcelona

02 octubre 2013

Una estación de tren, un antiguo local, un almacén… cualquier espacio tras la conveniente decoración puede ser escenario de un restaurante efímero o pop-up. Básicamente se trata de ofrecer una experiencia culinaria única, limitada e itineraria, que no cuenta con una localización fija y una fecha concreta. Unas veces, apenas duran unas horas o unos días, otras, su apertura se prolonga unos meses… Incluso en muchos de los casos su ubicación y menú se mantienen ¡en secreto hasta el último momento!

El origen de los llamados restaurantes efímeros o pop-up se encuentra en Nueva York y Londres, donde hace siete años nuevos diseñadores y chefs buscaban una manera de darse a conocer ahorrándose los costes fijos del alquiler del local, y de este modo difundir sus platos en otros países. Uno de los pioneros en esta nueva tendencia fue Nuno Mendes, pupilo de Ferrán Adriá en el Bulli, quien durante tres años dirigió el exitoso proyecto ‘The Loft Project’. El portugués celebraba cenas en el patio o en el salón de su casa junto a cocineros jóvenes que aprovechaban la oportunidad para experimentar y darse a conocer.

Marketing del pop-up ¿En qué consiste?

El fenómeno pop-up, es decir, la instalación de un negocio durante un determinado espacio de tiempo, es para muchos profesionales un buen negocio. Según afirman, esta fórmula permite dar mayor visibilidad a su marca y, de paso aumentar sus ingresos. En estos restaurantes los menús son ofrecidos directamente por el cocinero a un reducido número de comensales, a los que contacta a través de las redes sociales. Además los chefs pueden aprovechar para probar nuevos platos o para experimentar con algo distinto a lo que cocinan regularmente en sus lugares principales. Habitualmente estos restaurantes efímeros abren en lugares con poca competencia, como un barrio de clase media baja, donde además de ofrecer una propuesta gastronómica diferente, la ofrecen a un precio muy competitivo.

A menudo, detrás de estas propuestas hay una empresa, multinacional o española; en otras ocasiones, hay un restaurante que busca promocionar o reforzar su marca. Eso sí casi siempre hay un chef que es el auténtico reclamo de la experiencia gastronómica.

La moda llega a España

En ciudades como Madrid o Barcelona este tipo de restaurantes han abierto sus puertas a experimentados y jóvenes promesas de la cocina.  Por ejemplo, Menudavida Organic Food, una empresa de restauración ecológica, es la promotora del restaurante temporal ‘Hypothetic Organic Restaurant’. Organizan cenas clandestinas en Madrid cuya dirección y condiciones se desvelan a última hora, después de hacer la reserva a través de un correo electrónico. En el caso de Barcelona, We Pop transformó el salón de belleza “The Secret Room” en un espacio único y especial, en el que un DJ pinchaba mientras los clientes disfrutaban de una exquisita carne a la barbacoa y sorprendentes cócteles.

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