Mi estreno en Barra de Ideas hace año y medio no fue bueno, por decirlo de una manera suave. O al menos así lo viví. Moderaba una mesa redonda en un evento y aquello hacía aguas. Sin embargo, al final del auditorio, un hombretón enorme me lanzó una sonrisa y me tendió la mano. Roberto Ruiz Rúa. Me ha acompañado durante este año y medio, ha sido mi lazarillo en los eventos, me ha conectado con el ecosistema y siempre ha tenido una palabra de apoyo. La primera vez que hablamos me dijo: “Elena, vengo del futuro”.
Ese futuro ha llegado. Y ha tomado forma de libro. Se titula Restaurante emocionalmente inteligente. La herramienta decisiva del éxito de un negocio gastronómico. Pero también —me atrevo a decir— de las personas. Porque Roberto, más allá de su trayectoria como jefe de sala, consultor y autor de la sección El médico de los restaurantes, lleva años explicando algo que muchos intuíamos y pocos sabían poner en palabras: que sin inteligencia emocional, la hostelería está coja.
La Inteligencia Emocional nos abre una nueva dimensión y una nueva forma de operar, es lo que hoy se denomina “gestión cualitativa”, donde los números son tan importantes como la salud mental, un entorno laboral positivo y una experiencia de cliente magnética.
Una nueva dimensión de la gestión gastronómica
Durante la presentación del libro en Sapiens On Road Zaragoza, Roberto lo dejó claro: “Antes hablábamos solo de gestión cuantitativa: ingresos, costes, ticket medio. Ahora entramos en una nueva dimensión: la gestión cualitativa. Y ahí la inteligencia emocional es la herramienta clave.”
¿En qué consiste exactamente? “Es la capacidad de reconocer, entender y gestionar nuestras propias emociones, así como las de los demás. En hostelería, eso significa ser consciente de cómo te sientes y cómo eso impacta en tu equipo y en tus clientes.” Una habilidad blanda que cada vez demuestra ser más dura que ninguna.
Según un estudio de la Universidad de Harvard y la Carnegie Foundation, el 85% del éxito profesional proviene de habilidades sociales y emocionales, mientras que solo el 15% lo aporta el conocimiento técnico. Si lo aplicamos al restaurante, el impacto es evidente: mejora del clima laboral, menor rotación, aumento de la satisfacción del cliente y, sí, también de la facturación.
Una metodología práctica y realista
Roberto no solo teoriza. Ha medido el impacto de sus herramientas en negocios reales: “Aplicando técnicas muy sencillas de inteligencia emocional —como poner al equipo en sintonía o gestionar mejor la comunicación— hemos conseguido mejoras de entre el 15% y el 30% en facturación en solo cuatro semanas. Y reducciones de 3 a 5 puntos en costes en apenas 21 días.”
¿Cómo se logra? Con una metodología paso a paso, accesible y basada en liderazgo empático, escucha activa y planificación escrita. “La inteligencia emocional empieza por uno mismo”, insiste Roberto. “Por eso el libro es también un viaje de autoconocimiento para los propietarios. Muchas veces nos olvidamos de preguntar: ¿quién soy y hacia dónde quiero ir con mi restaurante?”
El libro incluye herramientas prácticas como el salario emocional, la medición de la experiencia del empleado, dinámicas para alinear equipos o métodos para mejorar la comunicación. Todo con el objetivo de que el bienestar interno se traduzca en una experiencia magnética para el cliente.
La nueva hostelería se escribe con E de emoción
El término “nueva hostelería” aparece a lo largo de toda la obra. No es una moda ni un eslogan: es una actitud. Una forma de entender la restauración como espacio de cuidado, crecimiento y sentido. “Después de la pandemia, todos hemos reflexionado sobre el equilibrio entre vida personal y profesional. La inteligencia emocional responde a esa necesidad. Ya no se trata solo de vender más, sino de construir entornos donde las personas quieran quedarse, crecer y sumar valor.”
Roberto ha hecho de esta visión un proyecto completo. Desde su colaboración con Barra de Ideas en El médico de los restaurantes hasta el mini test que ha lanzado en LinkedIn para medir la inteligencia emocional en el sector, pasando por la creación del modelo MAF (Modelo de Acompañamiento Funcional), todo apunta en la misma dirección: que el futuro de la restauración se construye desde la emoción bien gestionada.
Una lectura necesaria y transformadora
Restaurante emocionalmente inteligente no es un manual al uso. Es un libro que se lee fácil, pero deja poso. Que conecta con lo cotidiano, pero abre ventanas a lo esencial. Que habla de marketing, finanzas o RR.HH., sí, pero desde una mirada profundamente humana.
Y sobre todo, es una invitación a parar, a reflexionar y a decidir cómo queremos que sea nuestra manera de liderar. “Porque la restauración no necesita más velocidad, necesita más sentido”, dice Roberto. Y eso, ahora, tiene una hoja de ruta. Está escrita. Y ya está en tus manos.