En lo más duro de la espiral inflacionista, cuando los precios de la energía y de los alimentos subían y subían, muchos locales tuvieron que renunciar al menú del día. Surgió entonces un debate a propósito, porque para muchos resultaba inasumible la elaboración de un menú que no podían duplicar en precio porque, sencillamente, nadie lo pagaría. El menú del día es recurrente y ha de ser, por ello, económico.
Dos años más tarde, hay quienes han rescatado ese menú diario. Y quienes se han quedado con la fórmula alternativa: platos combinados, medios menús, menú ejecutivo, un plato saludable basado en el famoso Plato de Harvard… Otros en cambio optaron por diversificar, y entre las propuestas más comunes han resultado incorporar el servicio delivery y takeaway y los menús degustación, una experiencia gastronómica más elaborada y variada para atraer a aquellos clientes que buscan algo especial. La inflación puso a prueba la creatividad del sector en busca de rentabilidad.
Así que, ¿seguirá el menú del día en la carta de los restaurantes? ¿Tenderá a la desaparición en favor de otras fórmulas? La respuesta es difícil de responder. Porque no solo se trata de hacer cuentas y que estas sean positivas. Se trata también de responder a las expectativas de un nuevo tipo de consumidor. Ese que no quiere llenarse, que busca más calidad y menos cantidad para su día a día. Que no quiere gastarse el sueldo en comer pudiendo llevar tupper a la oficina y que, además, teletrabaja dos días por semana.
Cómo hacer más rentable el menú del día
Para algunos, el menú del día puede seguir siendo una opción viable y atractiva si se adapta a las nuevas tendencias y se gestiona de manera eficiente. En este caso, es recomendable incorporar ciertas pautas a la hora de elaborar la carta diaria:
- Optimización de costes teniendo en cuenta el uso de ingredientes de temporada y locales, los llamados de kilómetro cero, para reducir costes y mejorar la frescura de los platos.
- Control de porciones: ajustar el tamaño de la ración para evitar desperdicios y mantener los gastos bajo control.
- Variedad y rotación: cambiar el menú regularmente para mantener el interés de los clientes y aprovechar las ofertas de ingredientes.
- Marketing y promociones: algunos terminales de TPV avanzandos ya integran funcionalidades para poner en marcha programas de fidelización de clientes, conocidos como CRM. Gracias a ellos, es posible utilizar estrategias de marketing para atraer a más clientes, como promociones especiales o descuentos para grupos.
- Ingeniería de menús: analizar la rentabilidad de cada plato y ajustar los precios y las ofertas en consecuencia.
¿Resistirá el clásico español por excelencia?
Hay quienes abogan por cambiar de tercio. Por ofrecer mayor cobertura a esas horas que se han convertido en el nuevo reclamo: el denominado tardeo tras la jornada laboral, y durante los fines de semana de la mano de largos vermuts, brunchs, comidas, cenas, etc.
Si a esto le sumamos la presión de la población flotante, la cosa pinta regular. La gentrificación y turistificación de ciertas zonas en grandes ciudades como Madrid o Barcelona ha propiciado que las cadenas de comida rápida desplacen a los locales de siempre, aquellos donde comer un menú del día tan sabroso como económico y tradicional era posible.
Así pues, tenemos una justa rentabilidad, un cambio en los hábitos de consumo, la llegada de nuevas propuestas culinarias… ¡El menú del día es un superviviente! Afortunadamente para muchos de nosotros, a quienes nos gusta seguir tirando de menú del día en terraza o dentro del local.





