Se ha convertido en un símbolo del éxito culinario y un lugar al que mirar para quienes se devanan los sesos pensando en cómo atraer a una clientela fiel. Lo es también de espíritu colaborador y de revitalización. No en vano, ha hecho del distrito madrileño de Chamberí todo un referente gastronómico y de ocio concentrado en la calle que lo atraviesa por completo, la famosa ya calle Ponzano.
La clave del éxito
Hace ya varios años que la calle Ponzano es la calle gastronómica por antonomasia en Madrid. Tanto es así que sus parroquianos y parroquianas tienen ya un gentilicio propio: los y las ponzaners y una página web a la que acudir para estar al día de todo lo que allí se cuece.
La de Ponzano es sin duda la calle de moda para quienes buscan una amplia oferta gastronómica a cualquier hora del día. Algunos de sus establecimientos (y son muchos, más de 70 en menos de un kilómetro) se han convertido ya en auténticos referentes de la ciudad. De hecho, los hay de visita obligatoria para los recién introducidos en esta calle, como Sala de Despiece o el Bar Restaurante Ponzano.
Pero, ¿dónde reside la clave de su éxito? En la enorme variedad que nos propone, desde la taberna más cañí a restaurantes gourmet pasando por bares de copas, locales de última tendencia e incluso una churrería. Todo ello a lo largo y ancho de una misma calle.
Así pues, no importa si eres de tapas o de especialidades, de contundente menú del día o de degustación, de desayunos, de comidas o de cenas, de tardeo o de hábitos nocturnos, la calle Ponzano da cobijo a todo tipo de ávidos consumidores de buenos bocados y momentos de amistad.
Otro elemento diferenciador de esta calle es que no ha sido pasto, no por el momento, de las franquicias ni locales de comida rápida. Es decir, aunque ha cambiado ostensiblemente en estos últimos años, no ha perdido su esencia, puramente madrileña. Si bien es cierto, una de las últimas aperturas en dicha calle es la de la hamburguesería Frankie Burgers, en el número 46, y aunque etiqueta sus productos como artesanales y originales, no deja de ser una franquicia.
La Churrería Julián Cuenca (número 31) es un caso de éxito tradicional: desde 1958 mantiene fidelidad de clientela diaria gracias al trato cercano y elaboración artesanal. “Tenemos clientes de hace 30 y 40 años”, dicen los hermanos Cuenca
De los orígenes al futuro: una calle en constante transformación
La historia de la calle Ponzano data del siglo XIX, cuando se consolidó el denominado Plan Castro, es decir, el ensanche madrileño a través de un crecimiento ordenado y segmentado. Lleva el nombre de Ponciano Ponzano y Gascón, escultor neoclásico establecido en Madrid a mediados del siglo XIX, y ha visto como, en los últimos años, cambiaba sus pequeños comercios y talleres de reparación por restaurantes, bares y espacios gastronómicos.
Una transformación que, para muchas personas, supone un soplo de aire fresco y revitalización y, para otras, una condena con la que vivir de manera diaria, pues la de Ponzano se ha convertido en el lugar predilecto no solo del ocio de fin de semana, sino del afterworking diario de quienes trabajan o viven por la zona.
De hecho, la calle protagonizó unas intensas obras de renovación con el fin de ensanchar las aceras y reducir las plazas de aparcamiento, acometidas que algunos vecinos y comerciantes atribuyen no a la mejora del uso del espacio público sino para favorecer aún más a los establecimientos hosteleros y sus terrazas, cuyo ruido suscita el resentimiento de algunos vecinos y vecinas, así como comerciantes.
Hoy en día, la calle continúa en transformación, virando hacia un público más joven con una oferta que añade las copas a los platos de la mano de pequeños negocios emergentes (algunos de ellos con vocación nocturna) que se unen a la oferta gastronómica clásica de los negocios de siempre.