Gastro Emprende Madrid | Hay momentos que parecen pequeños, pero que definen una vida entera. Para Kateryna Mekhalchyshyna, fundadora de Platogonistas, uno de esos instantes ocurrió en un cenote de México, cuando tuvo que enfrentarse cara a cara con el vértigo, la duda y el miedo… y saltar. Lo curioso es que no era la primera vez que lo hacía, aunque en formas distintas. De hecho, su vida está hecha de muchos de esos “saltos” que la han llevado de Ucrania a Barcelona, de community manager a emprendedora, y de espectadora a referente de formación digital para gastroemprendedores. Esta es su historia de actitud emprendedora.
Cuando Kateryna llegó a España hace once años, no sabía cómo quedarse, ni de qué vivir. Empezó desde cero, sin conocer el idioma, y sin saber que el mundo de las redes sociales, donde ni siquiera tenía una cuenta de Instagram, sería su nuevo universo profesional. Pero se atrevió. Aprendió, se adaptó y fue sumando pasos valientes: abrir una cuenta foodie, empezar a mostrarse en vídeo, ir puerta por puerta ofreciendo sus servicios… Siempre con la sensación de temblor en las piernas, pero con una decisión firme: mejor hacerlo que quedarse con la duda.
Hoy, Kateryna se dedica casi por completo a formar a profesionales de la hostelería que quieren usar bien sus redes sociales para vender más y mejor. Les da herramientas concretas —cómo grabar, qué decir, cómo planificar contenido—, pero también les ofrece algo más valioso: una mano amiga. Porque sabe que el miedo no está solo en el botón de publicar, sino en la comparación, la parálisis, el autosabotaje. Y ahí es donde más conecta con sus alumnos, porque ella también ha pasado por ahí.
Su mayor lección es sencilla pero poderosa: cuando dudes, imagina dos escenarios. ¿Qué pasa si lo haces? ¿Y qué pasa si no? Si algo en ti se remueve, si sientes que esa acción te hace sentir viva, probablemente esa sea la señal de que tienes que saltar. Así, como hizo ella. Y como invita ahora a otros a hacer: con estrategia, sí, pero sobre todo, con actitud. Porque al final, lo que de verdad impulsa un negocio, es el valor de atreverse.




